El guardián en el molino de la Quintrala
Actualmente, El Molino La Compañía, no es reconocido oficialmente como un patrimonio cultural, sin embargo, para su administrador, este es un lugar histórico, y que merece ser reconocido.
Por Belén Contreras, Anaís Farías, Monserrat Olivares y Valentina Jimenez.
Rafael Fernando Baeza, es un ex trabajador del Molino La Compañía y actualmente es el encargado de administrar, cuidar y gestionar los vestigios de lo que fue el primer molino industrial de Chile que, según él “marcó un hito” no solo en la comunidad de Graneros en la Región de O’higgins , sino a nivel nacional.
Nacido en La Compañía de Graneros, Rafael llega en 1981 a trabajar en el Molino como personal encargado de descargar trigo. En aquella época, dicho cereal llegaba a través de camiones, coches y carros de ferrocarriles, y al ser el primer molino industrial en la zona, la actividad de producción se intensificó considerablemente, necesitando cada vez más personal de trabajo.
Rafael no pasó mucho tiempo descargando sacos de trigo al hombro, para que su rango de trabajador pudiera ascender de nivel y cargo. Como menciona el mismo “la gerencia vio algunas cualidades en mí y me sacó, y después me encargué del laboratorio”.
Para él, ese momento fue muy especial, ‘’de harto aprendizaje’’ ya que de utilizar su fuerza pasó a trabajar en el área de análisis y producción del trigo, la harina y sus productos, teniendo una responsabilidad diferente y no menos importante.
Recuerda con cariño el sonido de la campana de entrada y salida, que para él resultaba especial, ya que era asociado a la reunión del personal a las afueras de las dependencias del molino, donde presenció a muchas personas que daban por finalizado su período de trabajo, como a otras que con mucho entusiasmo comenzaban por primera vez sus labores en el molino.
El falso patrimonio
Rafael hace hincapié en la necesidad de la preservación del Molino La Compañía como una instancia de recuerdo y de conmemoración de la historia de este sector de Graneros. Plantea el poco interés por parte de autoridades comunales de reconocer el molino como un museo propiamente tal:
“Hay una idea, pero no es tan profunda, no es de corazón. Acá en Chile los ideales te llegan a menos de la mitad. En otros países como Bolivia, Perú, Europa para qué decir, hay una piedra por donde pasó una persona especial y la nombran patrimonio”.
Y si bien, en sitios web oficiales de la comuna de Graneros declaran que el Molino La Compañía funciona actualmente como un museo que pertenece a la comuna, estos hechos son negados por Rafael, quien administra el lugar desde hace casi una década.
Esta incongruencia entre los datos y la realidad de la gestión del centro cultural, según la perspectiva del cuidador, se evidencia en el descuido y abandono de las instalaciones del molino que, si bien se puede visitar, está severamente maltratado.
Si bien en diversas páginas culturales, noticieros y artículos realizados al lugar, es mencionado como “Patrimonio cultural”, este no figura en el mapa de patrimonios de la Región de O’higgins, dispuesto por la página web del Ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio; llamada “Reconozco mi lugar”.
Ante ello, diversas autoridades municipales han intentado oficializar el molino como patrimonio cultural en la zona, no se ha logrado llegar a mayores instancias de diálogos con los dueños oficiales del lugar. Es por esta razón que Rafael trabaja diariamente para conservar la identidad de un espacio con historia para la comunidad.
Para él, el molino no es solo una gran estructura antigua que debe conservarse, sino que también el lugar marca sus raíces de haber nacido ahí, “me produce algo muy conmovedor el hecho de estar acá y poder cuidarlo y poder proyectarme energéticamente para que puedan restaurarlo, porque para mí es una maravilla’’.
Antepasados del Molino
Rafael trabajó hasta 1994, año que se consagra como el cierre del primer molino industrial de Chile, ya que, de acuerdo a lo que comenta, la Sociedad Molinera compró el organismo, establecida en la Compañía de Graneros, como también otras instituciones a nivel nacional y detuvieron sus funciones.
Más que finalizar la producción en esa área ‘’se creó un monopolio que manejaron ellos no más, pero pararon muchos molinos a través de Chile, así que fue bien triste porque mucha gente no se quería ir de acá’’.
El Molino La Compañía fue un punto laboral importante, ya que funcionaban desde pequeños negocios como pastelerías y panaderías, hasta la misma circulación de compra y venta de harina y trigo en camiones, entregando distintas oportunidades de trabajo a la comunidad.
Actualmente, y a través de proyectos que gestiona la Municipalidad de Graneros, Rafael se ha encargado de ser el vínculo entre la historia del molino y su gran arquitectura, con la comunidad.
Lleva más de 9 años viviendo en las dependencias del molino, en donde administra la preservación de este lugar, y adempas, donde recibe a turistas, escuelas, organizaciones y hasta productoras que realizan documentales y cortometrajes en las dependencias del recinto, otorgándoles un tour guiado con información de primera fuente al ser ex trabajador del molino, y funcionario que conoce muy bien la historia de la Quintrala en el lugar.
La “Quintrala”, como es popularmente conocida, se llamaba Catalina de los Ríos y Lisperguer (1604-1665) fue una aristócrata terrateniente que vivió en la época colonial. De acuerdo al Archivo Nacional de Chile, de los Ríos fue apodada “La Quintrala” por su cabello pelirrojo, pero también por el quintral, una hierba “amarga como la muerte” según José Joaquín Barañao en su libro “La historia freak de Chile”.
Catalina de los Ríos destacó por su extrema crueldad con sus sirvientes, los cuales muchas veces perecían bajo sus torturas.
“Se habla de que era una tirana, se le acusó de 40 asesinatos, de que intentó matar a su padre”, relata Rafael. Dichos eventos la convirtieron en un ícono del abuso y la opresión colonial.
Poseedora de una gran fortuna, Catalina era dueña de terrenos y propiedades. Una de sus haciendas, se encontraba en la actual Villa La Compañía, comuna de Graneros. Rafael cuenta que aquel territorio donde se encontraba la hacienda, fue testigo de un acontecimiento que marcó la historia nacional:
“La Quintrala en 1628, donó estas tierras a los jesuitas. Esto marca un hito porque esta orden católica traía conocimiento desde Europa, de orfebrería, matadero, molino y religión. Eran teólogos, filósofos, científicos. Se establecieron aquí y manejaron todas esas cualidades, hicieron canales, caminos y las primeras molineras, que eran piedras redondas que las movían los animales o los esclavos”.
Debido a la expulsión de los jesuitas, la hacienda de La Compañía quedó abandonada hasta la llegada de Mateo de Toro y Zambrano, quien posteriormente heredó sus bienes a su hijo José Gregorio. Por la muerte de sus hijos varones, José Gregorio heredó la hacienda a su hija María Nicolasa.
En aquel período, según relata Rafael: “Ya había bodegas construidas, y el molino funcionaba con piedras redondas. Después se construye otra parte del molino, se instaura con un edificio de cuatro pisos con subterráneos y graneros. Se creó el primer molino industrial”.
La labor continúa
Rafael, actualmente, se encarga de otorgar el espacio necesario para que personas de todas las edades. participen en instancias culturales en el establecimiento.
Un ejemplo de ello es el caso de la orquesta Barroca Nuevo Mundo, que realiza presentaciones en un ambiente representativo de la historia del molino y su gente, para otorgar conocimientos y compartir instancias al colectivo de la región y otras localidades.
La continuidad y preservación en el tiempo de centros patrimoniales como este radica en personas como Rafael, que gracias a su rol como mediador cultural ha logrado mantener en pie la historia de la locación del primer molino industrial instalado en Chile.
El acto de mediar no implica meramente contar y repetir una historia a cada visitante, más bien, según su postura, supone interiorizarse con la historia que se expresa, adueñarse del relato transmitido a los visitantes y adaptarse a cada persona que ingresa al Molino La Compañía para conocer su vinculación con la figura de La Quintrala.
Por otro lado, Rafael menciona las reales intenciones del municipio de Graneros sobre el futuro del molino. Tras un compromiso de compra y venta con grandes empresarios, Rafael expresa con tristeza que existen rumores de vender el amplio terreno para instalar un posible centro de eventos. Procurar intereses económicos vacíos por sobre el valor del patrimonio y la cultura de la sexta región, es lo que revela el relato de Rafael Baeza, ex trabajador y actual administrador de La Casona El Molino.