“Soporopos: La resistencia en tela durante la dictadura en Chile”
Durante la dictadura cívico-militar en Chile surgieron muchos actos de resistencia y rebeldía frente a la opresión ejercida hacia gran parte del pueblo chileno, y hoy queremos recordar a los muñequitos de trapo que han sido bautizados como Soporopos.
Por: Valentina Godoy Sáez
Durante la dictadura cívico-militar en Chile surgieron muchos actos de resistencia y rebeldía frente a la opresión ejercida hacia gran parte del pueblo chileno, y hoy queremos recordar a los muñequitos de trapo que han sido bautizados como Soporopos.
Pero ¿Cuál es la historia de estos valientes y adorables muñequitos?
Entre 1974 y 1977 funcionó el campo de concentración y tortura Tres Álamos, un centro de detención que reconocía a las personas detenidas y que a su vez otorgaba a los prisioneros el acceso a visitas en donde tenían posibilidad de ver a sus familias, quienes les llevaban alimentos y ropa.
En este contexto, las detenidas políticas comienzan a realizar los soporopos, muñequitos creados con los retazos de ropa de las presas y el relleno de los colchones, para ser entregados a sus hijes durante sus visitas como un símbolo de amor.
Sin embargo, esa no era su única funcionalidad según lo investigado por Natalia Sánchez para la revista El Paracaídas “entre 1974 y 1975 varios soporopos fueron a parar al Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Comité Pro Paz), y a la Vicaría de la Solidaridad después, donde eran destruidos para extraer de su interior los barretines de tela, que no fueran perceptibles al tacto. Estos pequeños pergaminos contenían nombres de detenidos desaparecidos, mapas, oficiales a cargo, tácticas, casas de tortura, entre otros datos”.
La particularidad del nombre Soporopo
El nombre Soporopo es un juego de palabra que viene de la sopa de porotos que solían comer las detenidas políticas en Tres Álamos, en conjugación con el jerigonzo una variante lúdica en donde se intercalan sílabas en una palabra de forma reiterada, por ejemplo: hola en jerigonzo se diría hopolapa.
El legado continúa
Durante su aprisionamiento en Tres Álamos, Eva Alfaro Holbrook comenzó a realizar soporopos en conjunto con sus compañeras de reclusión, y cada vez que tenían visitas de sus familiares ellas les entregaban estos tiernos muñequitos como un acto de amor. Así, Marcela Andrade hija de Eva comenzó a coleccionar estos juguetitos que le daba su madre.
Desde hace varios años, Marcela ha sido un agente de memoria, confeccionando soporopos y difundiendo su legado en diversos talleres a lo largo de Chile. Para saber más sobre Marcela Andrade y los talleres sobre estos importantes muñequitos en la historia reciente de nuestro país te dejamos su cuenta de Instagram.