Agobio laboral docente en aumento

De clases virtuales a una modalidad híbrida que preocupa a la comunidad educativa.

Por Constanza Asún

A más de un año y medio de tener que adaptarse a una realidad desconocida, los profesores vuelven a enfrentarse a un nuevo desafío: el regreso a los colegios. La pandemia para ellos no solo ha significado tener que aprender a dominar la tecnología junto con combinar su agenda entre el trabajo y el hogar, sino que también ha implicado sobrellevar las presiones, desafíos y constantes críticas del gobierno.

Desde que se suspendieron las clases presenciales el 15 de marzo del 2020, los profesores han debido adaptarse a un escenario cargado de exigencias que han ido aumentando con el transcurso del tiempo. 

Transformaron sus casas en sus nuevos lugares de trabajo, los computadores se convirtieron en sus colegas más cercanos y con sus propios medios, creatividad y vocación lograron suplir las actividades presenciales por dinámicas virtuales.

Un mundo desconocido y agobio laboral

Así lo refleja Andrea Morales, educadora de párvulos del Colegio Santa María de los Ángeles (SMLA), quien, a pesar de tener más de 20 años de experiencia en su profesión, nunca imaginó tener que enfrentarse a una situación así. “Para mí todo esto de la tecnología era un mundo desconocido. En el colegio a mis niños yo les preparaba presentaciones en el computador. Sin embargo, otra cosa es tener que aprender a usar las aplicaciones digitales a la perfección y hacer videos lúdicos para mis alumnos además de tener que editarlos”, comenta la docente.

Panorama que se repite entre el profesorado, sin importar si son de enseñanza básica o media.  “Mis mayores desafíos han sido ponerme al día con la tecnología en tan poco tiempo y sin perfeccionamiento. He tenido que poner a prueba mi capacidad para aprender mil cosas a medida que enfrentamos la pandemia”. Sigfried Neuman, profesor de ciencias del Colegio Dagoberto Godoy.

No obstante, cuando ya habían aprendido a dominar esas herramientas que le permitían enseñar a distancia, con el regreso a la presencialidad deben enfrentarse a una nueva realidad. La modalidad híbrida implica que parte del trabajo lo realicen en los colegios y la otra desde sus casas. Sin embargo, esto ha generado entre el profesorado el aumento del agobio laboral.  

“El retorno a los colegios me preocupa mucho en primer lugar como persona, ya que me da miedo contagiarme y traer el virus a mi familia. Por otra parte, me angustia pensar que las clases no puedan funcionar bien, que los niños que están desde sus casas no me entiendan, escuchen o vean claramente”, manifiesta Andrea Morales.

Sin embargo, esas preocupaciones que inquietan a la docente son una realidad para Sigfried Neuman. “El retorno a clases presenciales ha sido un fracaso. Solo el 0,5% de los apoderados han enviado a sus hijos al colegio. Para mí solo ha significado más trabajo. Los apoderados tienen miedo de mandar a sus niños porque no creen lo que dice el ministerio. Es frustrante que asistan tan pocos alumnos. Yo preparo mis clases para todos los jóvenes y solo estoy atendiendo en promedio a un 10% de ellos”, comenta el profesor. 

Sentimiento de abandono

La carga laboral ha provocado distintas emociones entre los docentes. Una de ellas es el sentimiento de abandono que han tenido por parte de las autoridades. “Ellos creen que es fácil cumplir con todo lo que exigen. Sin embargo, en la práctica esto no es así. Aseguran que las condiciones están listas para volver cuando al menos en mi colegio no hemos recibido ningún apoyo por parte de ellos”, afirma Andrea Morales. 

Visión que se contrapone según lo asegurado por el ministro de educación, Raúl Figueroa. “El Ministerio de Educación ha estado en forma permanente promoviendo y generando las condiciones para que los establecimientos puedan recuperar sus actividades presenciales (…) Están generadas todas las condiciones para que, de manera gradual, cumpliendo con las exigencias sanitarias, los establecimientos puedan ir recuperando la presencialidad”, asegura el ministro.

De hecho, como lo manifiesta la profesora del Colegio SMLA (particular subvencionado), ellos mismos han tenido que pagar las licencias de Zoom para poder continuar con las clases online. Por otra parte, el establecimiento ha debido comprar cámaras, computadores y tótems para desinfectar con el objetivo de asegurar un buen retorno a los colegios. 

Por otro lado, el profesor de ciencias manifiesta entre otras emociones una sensación de abuso por parte del Ministerio de Educación.  “El gobierno no solo nos ha abandonado, sino que también ha menoscabado al profesorado. Nunca han valorado nuestra labor y siempre han desconfiado de nuestro profesionalismo”.

La vuelta a la presencialidad ha provocado que esta realidad incremente todas las preocupaciones y afecciones que los profesores experimentaron durante la pandemia. De esta manera, el aumento de la carga laboral y las exigencias establecidas por el Ministerio de Educación repercuten directamente en su salud mental.

Como lo manifiesta Ana Canto, psicóloga clínica, el agobio laboral de los docentes es “producto del desgaste físico y emocional que los profesores han debido que aguantar para responder a todas las demandas y necesidades del alumnado, familias y ministerio”. 

Así lo refleja una encuesta realizada por la Universidad del Desarrollo, la cual arrojó que el 77% de los profesores chilenos manifestó tener estrés, mientras que un 49,8% frustración y un 41% el sentimiento de angustia.

“Las declaraciones de las autoridades a veces me dan pena y rabia, ya que nos pasan a llevar como personas. En vez de apoyarnos hacen todo lo contrario”, comenta Andrea Morales.

Ante esto, el presidente del Colegio de ProfesoresCarlos Díaz, evidencia que “hay una cantidad importante de aumento de licencias médicas en el profesorado, que tiene que ver con depresión, estrés y angustia”. Lo anterior, como también agrega, es producto entre otros factores de las extensas horas laborales. “Ya no se respeta ni siquiera el número de horas por las cuales el profesor está contratado. La labor del docente o profesor inicia a las 08:00 horas de la mañana y puede concluir a las 22:00, 23:00 o 00:00 horas todos los días”.

Por otra parte, según las cifras entregadas por la Fundación Chile, estas reflejan que el 57% de los encuestados presenta signos de desgaste extremos y que el 84,5% de ellos manifestó tener un alto desgaste emocional producto de la pandemia. 

La intensidad del ritmo de trabajo, como añade Andrea Morales, ha provocado un cansancio que se ha ido acumulando desde que se suspendieron las clases. “El año pasado trabajamos sin parar hasta enero del 2021. No tuvimos vacaciones de invierno. En abril el ministerio decretó dos semanas de descanso que fueron para los estudiantes, ya que yo las ocupé para preparar los materiales, videos y las clases virtuales”.

Sin embargo, las respuestas del ministro de educación Raúl Figueroa ante el trabajo realizado por la comunidad educativa durante la pandemia han tensionado aún más la relación entre las partes. Hay profesores que no quieren volver a clases y que lo digan derechamente, están cómodos”.

Por otra parte, el profesor de ciencias manifiesta que no es cómodo trabajar virtualmente, ni menos de forma híbrida. Estamos claros que la mejor manera es presencial, pero con alumnos y no con mesas vacías”.

Así, ante este panorama Mario Aguilar, expresidente del Colegio de Profesores, añade que “nosotros hemos escuchado a autoridades decir que los profesores son flojos, que buscan excusas para no volver a las clases presenciales y la realidad es exactamente la inversa. Hay una sobrecarga de trabajo abusiva y además con muy poco o nulo apoyo”. 

De esta forma, Ana Canto, menciona que las autoridades en vez de cuestionar al profesorado deberían entregarles el apoyo total, ya que el esfuerzo por parte de ellos ha sido digno de admirar. “Una buena solución podría ser otorgarles un bono por todo lo que ellos han entregado. Han hecho lo imposible para cumplir con todo lo que se les pide por medio de sus propios recursos”.

Así, a pesar de las constantes polémicas que se han generado entre el profesorado y el Ministerio de Educación, desde no compartir las opiniones hasta increpar directamente a la comunidad educacional, los docentes seguirán enseñando con esa vocación que tanto los caracteriza ya sea desde el colegio o el hogar. 

“Los niños son los que me motivan cada día a mejorar. Me encanta tener que prepararles actividades entretenidas y dinámicas. Ellos son muy entusiastas, siempre quieren participar en todo. No hay mayor felicidad que esa”, concluye Andrea Morales, educadora de párvulos. “Yo y todos mis colegas no trabajamos para ellos (autoridades). Creemos en un bien mayor que es hacer de nuestra profesión un culto. Cada niño que atendemos es un hijo o hija más. Es imposible no involucrarse con cada uno de ellos. Ese amor por lo que hacemos va más allá de un sueldo, trabajamos sin esperar retribución de ningún tipo”, cierra Sigfried Neuman, profesor de ciencias.