Un libro es una puerta a nuevos mundos por descubrir
El ecosistema literario es diverso y entrega la oportunidad para establecer relaciones de amistad, donde los libros son el principal vínculo.
Por Yennifer Aqueveque, Catalina Mancilla, Nicole Salvo y Francisca Yáñez.
El 16 de noviembre, mientras comenzaba una nueva jornada en la Feria Internacional del Libro de Santiago, visitantes fueron llegando para ver, admirar y adentrarse en un espacio que invitaba a compartir y explorar la lectura. La ocasión perfecta para conocer la opinión y sensaciones de los amantes literarios y saber sobre cómo acceden a los libros, qué leen y su percepción de la feria en sí misma.
Abriendo las alas hacia el conocimiento y a nuevos mundos
“Picar de todo un poco”, es una frase que fácilmente puede describir a la sociedad actual, que busca algo rápido y fácil de ver. Los nuevos formatos de comunicación se destacan por ser breves. Es por ello que un libro puede no resultar tan llamativo para algunas personas, pues la lectura requiere tiempo y dedicación para lograr comprenderlo. Sin embargo, siempre existen amantes literarios. Así lo señala Miguel Bernal, ingeniero químico de 75 años, quien aprendió a leer porque quería leer, “la lectura te abre el mundo a tu comprensión”.
Hoy, personas de diversas edades continúan viendo la lectura como algo que complementa sus vidas, que los motiva y une con otros. Algo que entrega conocimiento, entretención, ganancias y sabiduría. Hay quienes señalan que se establece un vínculo de confidencialidad, una confidencia entre el libro y quien lo lee.
Chibi, una joven de 21 años, encargada de la librería Bookland y bookstagramer, por pasión, menciona que la lectura la sacó de su soledad, porque se dio cuenta que habían más personas que disfrutaban de lo mismo que ella. Además, poder compartir su gusto por los libros a través de sus redes sociales, le ha permitido formar bonitas amistades.
De acuerdo con un estudio realizado por la Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Mujer (PRODEMU) sobre gustos y hábitos de lectura, la generación que más lee es la Z, jóvenes menores de 24 años, con un promedio de 18,6 libros al año.
Para Isadora Morales, una enfermera de 28 años que ama el arte, la música y los libros, la lectura abre un mundo a la imaginación, el crecimiento personal e incluso puede ser una forma de compartir con otros. Cree que, a través de los libros, puede encontrar respuestas que no obtiene fácilmente de sus amigos o familiares. También, señala que la lectura es una instancia de aprendizaje.
Eva Lisa tiene 28 años y, además de ser ingeniera en biotecnología molecular, es una bookstagramer apasionada por la fantasía. Habla de su gusto por los libros, como ellos la ayudan a relajarse y a distraerse, y las infinitas posibilidades que estos ofrecen. “Me motiva conocer nuevas opciones que quizás nunca van a existir, pero que el puro concepto es tan fascinante que eso es lo que más me motiva”, señala.
Todos los caminos llevan al papel
En la actualidad, acceder a un libro no es lo mismo que antes y la tecnología juega un rol importante, pues gracias a esta existen formatos que para algunos son más cómodos para transportar y económicos, en comparación a los físicos. Por ejemplo, están los ebooks o libros electrónicos, los audiolibros, libros en aplicaciones, entre otros.
Diego San Martín de 27 años, es bodeguero y vendedor en la tienda Crazy All Comics, señala los pro y contra de la lectura digital. Por un lado, habla sobre los problemas a la vista y de la ilegalidad que se genera en las plataformas digitales, “la mayoría de la gente que lee de esa forma, no lee de manera legal. No compra los libros online, sino que los busca y los descarga, así que eso igual afecta la industria del libro”.
Aunque destaca que hay mucha gente que lee digitalmente, sobre todo mangas, y que en –ocasiones– luego de leerlo de esa forma, lo compran en físico para tenerlo. También menciona el boom de los Podcast, como un formato más sencillo y que permite hacer otras cosas, “personalmente creo que la cultura está para todos y la forma en la que accedemos a ella depende de cada uno”. No obstante, siempre hay amantes de los libros de papel.
Andrea, de 40 años, es apasionada del romance y amante de los libros en formato físico, es por ello que cuando compra uno es símbolo de paz y alegría, algo que ha querido transmitir a su hija de 13 años. Para ella, falta fomentar la lectura y no basta con “obligar a los niños a leer en el colegio”. Y es que la madre es la principal figura que impulsa la lectura a temprana edad, según lo que indica el estudio de la PRODEMU.
Sin embargo, señala que los precios muchas veces “hacen doler los bolsillos”. Debe ponerse más énfasis en el tema de precios, ya que comenta que muchas veces “es difícil acceder a la lectura, a la buena lectura”. Y que, por lo mismo, en ocasiones “hay más prioridades que comprar un libro”.
En Chile, los libros poseen el Impuesto de Ventas y Servicios (IVA), es decir, a su valor se le agrega el 19% como si fuera cualquier tipo de producto. Esto ha estado en discusión por años, ya que hay organizaciones como Editores Independientes de Chile que piden un impuesto específico para este tipo de bienes culturales, buscando acabar con la piratería y “el lujo de unos pocos” para acceder a los libros.
Mauro Acosta es diseñador y trabajador de Librería Chema y considera que “para aumentar el acceso a la lectura hay que eliminar el IVA de los libros, si eso fuese posible seguramente habría un aumento de la lectura. La lectura digital hace todo más barato y tiene un riesgo de piratería más alto, aunque muchas veces al final la gente que los tiene en Kindle o pdf, lo compra en físico igual”.
El escritor Hugo Riquelme cree que las personas siguen eligiendo la lectura en papel, aunque entiende que la lectura en digital “goza de buena salud”, “al final las personas van eligiendo el formato que más les acomode”.
Chibi y Eva, ambas bookstagramers, concuerdan en que las personas que leen en digital después compran los libros en físico, y que el solo hecho de comprar un libro, les transmite felicidad, emoción e incertidumbre en lo que podrán encontrar. De la misma forma, para Miguel, es un gran placer el comprar un libro, poder tenerlo en sus manos y ver cada detalle, desde su portada hasta el diseño de cada página.
Encuentros de incursión y de divulgación literaria
Durante la pandemia, los eventos masivos fueron prohibidos para evitar aglomeraciones y posibles contagios. Es por eso que aproximadamente por dos años las ferias literarias no pudieron realizarse. Sin embargo, este año las restricciones son menores y este tipo de reuniones han vuelto progresivamente a la normalidad.
La Feria Internacional del Libro de Santiago (#FILSA2022) es organizada año a año por la Cámara Chilena del Libro , y estuvo suspendida durante los dos años de pandemia. Esta feria volvió este 2022 entre 11 y 20 de noviembre en el Centro Cultural Estación Mapocho, tanto estudiantes como público en general, asistieron a las diferentes actividades y se nutrieron del mundo literario.
Según las opiniones de los visitantes, el ambiente fue muy agradable, aunque algunos señalaron que en comparación con otros años hubo menos stands. Miguel Bernal, quien asiste regularmente a la Filsa, recalcó que la feria de este año le dejó “un gusto agridulce”, ya que buscaba libros en francés y no encontró. Le gustó más la última que se realizó antes de la pandemia.
Cabe recalcar que, a diferencia de otros años, en esta ocasión no hubo ningún país invitado, sólo exponentes de Chile. Guido Flores, encargado cultural de la Filsa, se refirió a esto en Palabra que es Noticia indicando que: “Tenemos un país invitado, Chile, patrimonio literario y cultural”.
Diego, de la tienda Crazy All Comics, habló sobre lo “lindo que es ver cómo la gente se reúne a comprar libros” en las ferias literarias, sobre todo cuando vienen familias y se genera una instancia para poder conversar y contarles sobre lo que están leyendo sus hijos e hijas. Además comentó que –a veces– los padres tienen una idea errada de lo que es un manga o cómic, creyendo que son solo para menores, por lo que para él es gratificante poder hablarles y cambiar su percepción.
Agrega que la Filsa y las ferias literarias son oportunidades para esparcir la cultura del libro, algo que se ha perdido un poco con estos tiempos más digitales.