Estallido Social: los jóvenes como agentes de cambio
Los jóvenes siempre han sido los que dan el puntapié de inicio para los grandes movimientos sociales, ya que son testigos del resultado de un modelo que hizo que se llegara a esta instancia, y porque tampoco tienen las aprensiones que tienen los adultos.
El Estallido Social nos demostró, una vez más, cómo los jóvenes pueden ser protagonistas transformándose en agentes de cambio de su comunidad, dejando atrás el paradigma donde su principal característica es la vulnerabilidad, siendo marginados de ciertos debates. Sus acciones abrieron el camino para el proceso constituyente que ha dado paso a grandes discusiones que llevan años pendientes.
Las protestas por el alza del pasaje que desencadenaron en el Estallido Social se suman a una importante lista de manifestaciones como la Revolución Pinguina del año 2006, la gran movilización estudiantil del 2011, el Movimiento Feminista del 2018, el movimiento estudiantil por la Reforma Universitaria en 1967 y numerosas protestas sucedidas durante la década de 1980 contra las políticas educacionales establecidas durante la dictadura militar.
Una mirada profesional
Denise Oyarzún, psicóloga sociocomunitaria, explica que el móvil de los jóvenes, principalmente adolescentes, es el sentido de pertenencia a un colectivo que representa a distintas generaciones y que tiene un objetivo común. Se presenta la posibilidad de representar a sus familias o núcleo más cercano, y no solo a ellos mismos.
También destaca que ellos son los que más resisten y se adaptan a los cambios, porque como grupo los caracteriza la baja percepción de riesgo en comparación a la etapa adulta. Señala que no piensan en todos los peligros que conlleva, por ejemplo, asistir a una marcha.
Comenta que cada vez son más visibilizados debido a su capacidad de organización y movilización, y que esto sin duda provoca un cambio en la sociedad y en los sistemas políticos. Al ser menores de 18 años no tienen participación política en términos de votaciones electorales, no obstante, esto no significa que no tengan incidencia política y social. El tema aquí, dice Oyarzún, es que “como grupo adulto no estamos en contacto permanente con ellos y desde ahí dejamos de ver las iniciativas y propuestas que emanan de los colectivos juveniles”.
En esto, como falencia, la psicóloga explica que no hay instancias validadas para su participación, o que las que existen no son de interés para este grupo porque tienen formatos muy tradicionales y no responden necesariamente a las tecnologías de la información y las comunicaciones ni a los espacios de encuentro informales. Así mismo, considera una buena iniciativa bajar la edad de derecho a voto, porque los jóvenes pueden tomar buenas decisiones con acompañamiento de un adulto, ya que cotidianamente están tomando importantes decisiones, como decidir a qué establecimiento quieren ir o con quien quieren juntarse.
Para finalizar, Oyarzún aclara que las razones para participar en las movilizaciones pueden variar, pero la más fuerte es el claro descontento con las decisiones políticas tomadas por el gobierno de turno y por una acumulación de injusticias que ellos son capaces de ver en su núcleo más cercano. Lo que más se puede destacar es que la participación de jóvenes en este movimiento social trasciende su propio beneficio en el aquí y el ahora, sino que tiene que ver con una mejora de la calidad de vida de toda la población.