La protesta ciudadana frente a los símbolos del status quo

1.200 monumentos e inmuebles patrimoniales resultaron dañados tras el Estallido Social, lo cual demuestra una apatía hacia los valores que representan los monumentos nacionales.

Cabeza de la estatua de Cristobal Colón en Arica

Patrimonio, resignificación, estallido social

La cabeza de la estatua de Pedro de Valdivia colgada en las manos de Caupolicán es una de las postales más recordadas de los momentos más álgidos del Estallido Social. Según un catastro realizado por el Ministerio de las Culturas fueron 1.200 los monumentos e inmuebles patrimoniales que resultaron dañados desde el 18 de octubre. 

No se derribó cualquier tipo de estatua. Los monumentos nacionales que fueron destruidos o intervenidos tienen un nicho común: son figuras de la colonización española o militares chilenos. Entonces, cuando se derriban este tipo de estatuas es una interpelación directa hacia el autoritarismo oligárquico y militar.

En el corazón de Santiago, en la ex Plaza Italia y resignificada como Plaza Dignidad, la lucha por sentarse arriba del caballo de Manuel Baquedano era cosa de todos los días. En Arica, se destruyó y decapitó la escultura de Cristóbal Colón. En Punta Arenas se derribó la estatua del genocida selk´nam, José Menéndez, y posteriormente fue arrojado a los pies del monumento al indio patagón. Mientras que en La Serena, la figura de Francisco de Aguirre, militar de la colonización española, fue arrancada y, en su lugar, se instaló una escultura de una mujer diaguita.

Resignificación patrimonial

Para la arquitecta Claudia Oliva Saavedra, la ciudad se ha convertido en el escenario donde se ha volcado el descontento social con toda su fuerza. Los monumentos son símbolos de poder que inmortalizan nuestra historia y funcionan como un vínculo entre el pasado y el futuro. Sin embargo, continúa Oliva, si el pasado que se pone en valor no es representativo del presente, estos se vuelven anacrónicos.

“Los monumentos pueden servir como una suerte de diario mural que se hace muy efectivo porque toca el alma del discurso oficial que intenta criticarse y modificarse”, comenta Mario Ferrada, experto en patrimonio y académico del Instituto de Historia y Patrimonio de la Universidad de Chile. Entonces, queda la pregunta ¿Qué hacer con aquel patrimonio que ya no representa los valores de la sociedad actual?

Javiera Contreras, estudiante de arqueología, asegura que el patrimonio debe dejar de ser visto como algo inmóvil e intocable “el patrimonio se vive y se siente hasta en los huesos”.  En las resignificaciones que hagamos de ellos, nos permitirán avanzar como sociedad.

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